sábado, 7 de mayo de 2016

La camarera

El pasado viernes, fui de excursión con el colegio a Valladolid. El viaje estuvo más o menos bien, de echo, en el viaje de vuelta, gracias a Joaquín, le envíe a Carlota un mensaje y mantuvimos una conversación de 25 mensajes exactos cada una, y finalizó con un frío leído 😢😢😢. Pero, al final, saltó la chispa, aunque no fue con ella.

El sábado, unos amigos de mis padres les invitaron a ir a comer a una bodega, y mis padres me arrastraron a mi con ellos, cosa que hacen siempre y que yo nunca entenderé, porque cuando mis amigos me invitan a mi a comer, ¡Yo no obligo a mis padres a ir conmigo! Pero bueno, el caso es que, tras media hora dando vueltas por una carretera desierta, llegamos al pueblo, y tras reservar mesa, fuimos a un bar, donde nos atendió una excelente camarera.

Entramos en el local y el calor nos invadió el cuerpo, dentro, había cuatro hombres de mediana edad disfrutando de un partido de fútbol, y detrás de la barra, ella. Una chica de pelo negro rizoso y piel blanca, con unos ojos marrones cálidos, y unas mejillas rosas. De unos veinticinco años, guapa, simpática y cariñosa.

Nos atendió con familiaridad, mis acompañantes pidieron una bebida cada uno, y luego ella les preguntó qué tipo de tapa querían. Mis padres pidieron una de oreja cada uno, y el marido de la amiga de mis padres pidió una de patatas, mientras que su mujer, una de calamares. Yo dije que no quería nada, y ella me ofreció un rollito de verduras, yo lo iba a rechazar, pero mi madre se entrometió en la conversación y dijo que no me gustaban las verduras. Esa simple frase, fue el punto de inflexión de la tarde, pues la camarera dijo:
-Pues pa no tomar verduras, estás estupenda.
Le agradecí el piropo con una sonrisa, y el amigo de mi padre, con sus gritos, interrumpió la conexión visual.
-Los chicos se la tienen que rifar
Mi padre le asestó una mirada envenenada, que este ignoró deliberadamente.
Ante la ocurrencia disparatada del hombre, mi cara se tornó en una mueca de ironía, que al parecer, la camarera interpretó muy bien.

Tras un rato de charla, invitamos a la camarera, que no tenía trabajo, a sentarse con nosotros, y, a pesar que mi padre y su amigo le ofrecieron un sitio entre los dos, ella cogió una silla y se sentó a mi lado.

Estuvimos conversando sobre la tauromaquia, y acabamos con un diálogo sobre los hombres y lo desgraciados que podían llegar a ser.

La verdad es que la chica me agradaba de sobremanera. Mantenía mi cabeza ocupada, no como los amigos de mis padres, que, con cada palabra, sentía que mis neuronas se adormecían, eran unos señores de derechas, muy conservadores, seguidores de programas sumamente interesantes como el sálvame.

El momento cúspide de la conversación llegó cuando el amigo de mi padre me ofreció presentarme a su hijo, mis padres se rieron, pero yo mantuve mi mirada en aquel hombre, lo más inexpresible posible, no podía reírme y decir que no quería estar con el hijo de aquel animal, que pa eso ya tenía perro, pero la camarera, contestó por mi:
-No creo que ella esté interesada en esas cosas.
Mi padre coincidió con ella, diciendo que yo era demasiado joven (17 años, Tócate los huevos😡😡😡), pensé que todo había acabado, pero entonces, la camarera deslizó con suavidad su mano sobre mi muslo. Yo la miré y ella me sonrió, acaricié sus nudillos con discreción, pero entonces un cliente nuevo entró en el bar y ella se vio obligada a abandonar la conversación.

Después de unos 7 minutos, le pedí a mi padre ir a por otra batería al coche. Él aceptó y me dejó abandonar el establecimiento, sin darme cuenta de que la camarera había salido por la puerta de atrás, y me seguía.

Entré en el coche y saqué la batería. Necesitaba reposar la cabeza, había oído demasiadas tonterías por minutos, y el aire fresco me sentaba bien.

Oí que alguien me chistaba desde una esquina, y la vi a ella, apartada de los cristales, para que no la vieran los de dentro, entre ellos, mis padres. 

Antes de acercarme a ella, le mandé un mensaje a mi padre, pidiéndole quedarme fuera a tomar el aire, el accedió y me dirigí a la camarera, que me sonrió y me cogió la mano izquierda.
-Si me estoy equivocando, dímelo.
Yo sonreí y negué
Ella me cogió el rostro con la mano que le quedaba libre y me besó con lentitud y dulzura.

Estuvimos así unos tres minutos, y nos separamos antes de que mis padres salieran y me llevaran arrastras a la bodega.

Cuando salimos, la vi en la terraza, me pareció que me guiñaba un ojo, pero tengo 2,5 de miopía, así que... a saber.

Estuvo muy bien, pero... bua, ¿Por qué estas cosas no me pueden pasar con Carlota? 😢😢😢

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