Esta semana Santa, mis padres me obligaron a pasarla con ellos en la urbanización del pueblo.
Mi madre compró un montón de cosas, sobretodo congelados y cosas de nevera, porque aquí hace demasiado calor como para tener que bajar al pueblo a comprar.
Llegamos el lunes por la noche. Cenamos, preparamos la casa y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente, nos dimos cuenta de que, en algún momento durante la noche, se había ido la luz, y todavía no había vuelto, lo que significaba que... todos los alimentos se estropearon.
Así que... estamos en León, a 32 grados, sin comida y sin dinero para comprarla, lo único que sobrevivió ha sido la lechuga y el tomate...
Esta semana me alimentaré a base de esos dos alimentos. Que bien.
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