domingo, 9 de abril de 2017

No es motivo de alegría

Ayer, sábado, falleció Adrián Hinojosa, el niño de ocho años, enfermo de cáncer, que soñaba con ser torero.

Antes que nada, mi pésame a la familia, la muerte de un hijo es un mal terrible que ningún padre debería vivir. Ánimo y fuerza a toda la familia y amigos.

No me enteré mucho de la polémica cuando surgió. Sabía que había conmocionado a mucha gente y que había levantado la desaprobación de los antitaurinos.

Yo, soy antitaurina, la tortura animal es algo deleznable que no debería servir ni como entretenimiento ni como símbolo de una nación. Pero bueno, este no es el tema.

El caso es que, después de unas semanas de que saltara la noticia, me enteré de que había antitaurinos que se dedicaron a insultar al pequeño y a su familia, incluso, le llegaron a desear la muerte. Espero que Adrián no fuera consciente de esta realidad, y que la familia le mantuviera aislado de este tipo de comentarios, las personas más adultas, incluso, en las peores situaciones, pueden aguantar amenazas de esta índole, pero estamos hablando de un niño de ocho años cuyo único error fue tener un sueño.

También me enteré de que había personas del mundo del toreo, aficionados y entusiastas, que se dedicaron a crear cuentas falsas, o simplemente daban a su cuenta un aspecto antitaurino, para enviar mensajes llenos de odio hacia el pequeño y, así, desacreditar al movimiento antitaurino. Esta actitud me parece la cumbre de la indecencia, utilizar la dramática situación de Adrián para combatir a su enemigo... dais vergüenza, y no porque os gusten los toros, eso ahora es secundario, sino por no tener la suficiente capacidad para defender lo que creeis sin utilizar artimañas desacreditadoras.

Por otra parte, el caso de que un niño quiera ser torero... ya sabemos todos cómo son los niños, un dia quieren una cosa y otro día otra, yo, mismamente, con ocho años quería ser granjera, y con doce, militar, obviamente, si la familia apoya tu sueño, tenderás a mantenerlo más tiempo, pero, aunque fuera así, ser torero es algo sumamente difícil, no puede entrar cualquiera, suelen ser hijos de familias importantes, los demás, se convierten en aficionados de ese espectáculo, que no es menos preocupante.

El hecho de que a alguien le guste la tauromaquia no tiene nada que ver con el gusto, sino con la parte sádica del individuo, y es así, sin más. La psicología ha hecho numerosos estudios y ha concluido en que, ese fervor por el sufrimiento, que ellos no califican como tal, la seguridad al estar dentro de un grupo y la congratulación al utilizar un lenguaje especializado, son las características propias de personas que necesitan reafirmarse ante el resto, dentro de un grupo, para no quedar desnudos ante las miradas críticas de la sociedad, esto no les hace malas personas, y, mucho menos, merecen la muerte. Lo único que se puede hacer es separarlos de su querido grupo, esperar a que estén receptivos, y enseñarles el daño que esa actividad, que tanto veneran, está provocando en unos pobres animales, que, desde que son pequeños, les dopan para que tengan una mayor musculatura, y los preparan para ser clavados en banderillas, drogados y rodeados de una multitud que grita al ver como las sangre llena la arena, mientras sus bufidos y gritos se transforman en leves suspiros de auxilio que no llegan a traspasar las duras corazas de los cerebros insensibles, mientras que arañan con ferocidad el corazón de aquellos que no toleran tal crueldad.

Para finalizar, quería remarcar el hecho de que, a este chico, gracias al apoyo monetario de miles de personas, se pudieron organizar eventos para hacerle más llevadero el dia a día y para recaudar fondos, pero, en el mundo, hay miles de niños que se están muriendo, ya no por cáncer, sino por no tener alimentos en condiciones o agua potable, ¿Para ellos no hay dinero? 

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