sábado, 11 de febrero de 2017

No puedo hacer nada

Desde pequeña he sido abusada y marginada, ya fuera en casa o en el colegio. A todas horas, mi entorno me repetía una y mil veces que era fea, que era tonta, que estaba como un tonel y que nunca iba a llegar a nada.

No digo que no tuvieran razón, pero son cosas que... a ver, yo en casa tengo espejos y tal... estoy condenada a verme la cara siempre que entro al baño, y créeme que tener este aspecto no es algo que yo haya escogido y que, además, no puedo cambiar, porque las operaciones y el maquillaje son engañizas con las que sacarte el dinero. Nací así, no puedo hacer otra cosa, y si no querían estar conmigo por ser tan fea y tan tonta, pues bueno, no pasaba nada, era muchísimo mejor a que me lo estuvieran repitiendo día y noche.

El tema del peso y lo de hacer algo con mi vida... eso ya sí es algo que puedo escoger, y lo estoy intentando, pero, de todas maneras, las decisiones que tome serán asunto mío, no necesito la opinión gratuita de nadie.

Estuve con muchos y muchas gilipollas que me trataban muy mal, me pegaban, me sometían a humillaciones públicas y me anulaban como persona. La excusa siempre era la misma: encima de lo fea que eres... más te vale estar callada y no molestar, ahora, date la vuelta que no te quiero ni ver esa cara. Yo sabía que aquello no era amor, ni mucho menos, pero es que tenían toda la razón del mundo, soy horrible y, para alguien que se molestaba en estar conmigo...

Cuando llego nueva a un sitio, pongo buena cara e intento hablar con todo el mundo, soy muy tímida y lo paso muy mal en situaciones públicas, pero aún así me esfuerzo por relacionarme, ¿Y qué pasa? Que nadie me habla, siempre soy la niña fea que no tiene amigos, pero luego llega una chica guapa al mismo sitio, sin conocer a nadie, y todo el mundo empieza a hablar con ella... y ya ha pasado tantas, pero tantas veces... ahora, cuando voy a la academia, todo el mundo me llama: "la guapa" siempre entre susurros, como si estuviera sorda, trato de no escucharlos, pero han sido muchas tardes que, al salir de ahí quería tirarme a la carretera porque ya no lo aguanto más, no puedo soportar todo esto porque es algo tremendamente injusto porque yo no pude elegir tener esta cara, y no es en el primer sitio que me pasa, en los colegios que fui de pequeña, en casa, en el instituto... que si, que en un principio, pues lo normal es pensar que son gilipollas y que he tenido mala suerte al coincidir con ellos, pero que va, son demasiadas personas y ni te imaginas el peso que siento sobre mi.

Me pongo muy mal con este tema por todo el acoso que sufrí, sufro y sufriré, de echo, si no fuera por mi novio (Que es un milagro que tenga), por Dani, por Maite, por Mateo y por Chincheta... supongo que ya no estaría aquí, porque el estrés que tengo con mi cuerpo y los estudios, que son cosas que dependen de mi y sí puedo cambiar... me estoy esforzando tanto para no conseguir mucho y es muy frustrante como para encima que me machaquen con más cosas.

Todo esto viene a cuento de que, el jueves en el instituto, al finalizar la segunda hora, tuve que ir a hablar con la profesora porque estoy teniendo muchos problemas con el cálculo de la normal y los intervalos de confianza, y como no encontraba ninguna otra solución, pues le pregunté a ella.

Esa clase no es la mía, y cuando tocó el timbre, empezó a entrar mucha gente, además, todavía quedaba otra hora, y tanto la profesora como yo, teníamos otras clases a las que ir, así que me empecé a estresar y a ponerme nerviosa.

Cuando acaba su explicación, voy a mi mochila e intento guardarlo todo para no hacer esperar a el chico que se sienta en ese sitio, y justo cuando iba a marcharme, aparece Joaquín, que me para, me mira fijamente, y me dice: Oye, que eres muy fea.

Ante todo el estrés que tenía y el daño que me hacen esas palabras, le pegué dos puñetazos en la zona del pecho. No le hice nada, aunque no me siento orgullosa de haberlo hecho, soy una persona racional y tengo que poder dominarme... sin embargo, pasó lo que pasó, y él se empezó a reír, y yo empezaba a llorar, así que cogí los libros como pude y me marché.

En la clase siguiente, tuve la suerte de que del lado derecho tengo la pared, así que me pasé la clase mirando para ella y llorando.

Después, bajé al recreo y Joaquín estaba apartado con Lucía, haciéndose la víctima. Yo pasé y me fui con Mateo, Chincheta y mi hermano. Estuvimos hablando de cosas intrascendentes hasta que alguien de ese grupo, no recuerdo quién, me preguntó qué me había pasado con Joaquín, y yo les expliqué la situación vivida horas anteriores. Entonces, Joaquín entró en la conversación y se empezó a reír. La conversación fue algo así:

+Ay Sara ¿Y por eso te pones así? Si eso yo se lo digo a todo el mundo.

-Ahh ¿Y te parece normal?

+¿El qué?

-Pues decirle eso a la gente. Pero es que no es sólo eso. A mi ya me lo has hecho miles de veces, y me ha dolido todas y cada una de ellas, pero te he explicado todo lo que me ha pasado y te he pedido que no lo hicieras más.

+Ay bueno pues lo siento.

-¡Pero es que no lo sientes! Lo vuelves a hacer, vale que para ti sea una tontería sin importancia, pero sabes que a mi me duele y lo sigues haciendo, ¿ te parece normal?

+Pues sí, me parece normal.

-¿Si? Pues no quiero tener nada más que ver contigo.

Así que... me desapunté del gimnasio, salí de los dos grupos de superdotados, el de wass y el de telegram, ya que no puedo obligar a nadie a hacer nada, sólo soy dueña de mi libertad, así que... si mis amigos quieren algo, que sea por privado. Y... poco más, no quiero compartir mi vida con gente así.

Puedes pensar que alguien es feo, es lo más normal, de echo, creo que debo de ser de las pocas personas que no se dejan guiar por esas cosas, y es gracias a que cada día veo menos, pero... no sé, ojalá fuéramos todos ciegos.

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