miércoles, 20 de abril de 2016

Carlota

Escribí esto hace unos meses, cuando todavía tenía esperanzas con Carlota, y bueno... me apetecía subirlo por si da la casualidad de que lo ve y se enamora perdidamente de mi, me pide matrimonio y vivimos las dos juntas y felices rodeadas de gatos. 
Ahora en serio, es que me aburro.





Tengo que hacer un ejercicio de filosofía sobre si creo que existe el alma. ¿Cómo no va existir si con una mirada atraviesa mi cuerpo y me mata por dentro? Algo así no es físico... ¡¿Cómo cojones me voy a poner a discutir con Nieves si no entiendo lo que me pasa?! He buscado la respuesta de esto en muchos sitios, pero ni la religión, ni la física, ni siquiera en mis más profundas confesiones, podré hallar tal conocimiento, pero, te puedo jurar que, a veces, veo reflejada la receta para curar este tormento en sus suaves labios, palabras dulces que me prometen un Edén invisible a los ojos de extraños, un Edén en el que sólo estoy yo, pero... ¿Con ella? No lo sé, porque en realidad, todo está en mi mente, todas las fantasías, sueños, incluso esperanzas, son como esas palabras que se reflejan en sus labios, tan sólo un puto espejismo en un desierto en el que llevo atrapada demasiado tiempo, viviendo entre pequeños Oasis que acabaron por marchitarse.

Ella es mi fuente, pero no es agua lo que encuentro en su interior, sino puro veneno que no podría ser más dulce, que arde en lo más profundo de mi ser y hace que mis sentidos se adormezcan y mi razón se nuble. Me está matando poco a poco, acabando con lo que queda de mi cuerpo, pues mi alma fue suya desde el primer momento en que mis ojos, aburridos de una realidad falsa y simple, se chocaron con esos labios y esa maldita sonrisa que haría caer al ejército más fiero. 

Ella es mi cura, pero también mi enfermedad, o eso es lo que creo, porque, en días así, lo único que me apetece es poder olvidar su perfecta sonrisa, sus puras intenciones, incluso, las maléficas pasiones que desata en mi, desde luego, esta no es forma de continuar, pero, si de algo estoy segura, es que, por muchos Oasis de agua pura que aparezcan, o por muchos espejismos que me anestesien la realidad, nunca podré olvidar ese sabor que me he imaginado tantas veces... el sabor de sus suaves labios, mezclados con los míos, que darán fin a esta eterna y penosa senda por la que el cuerpo tiene que pasar para que el alma conozca la realidad. 

Aquí pueden suceder muchas cosas, pero lo único que tengo claro es que no es otra sino ella, mi única y auténtica realidad, por mucho que me duela.


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