lunes, 15 de agosto de 2016

El primer rechazo

Hace muchos años, fui a un cumpleaños de una compañera del colegio en una ludoteca. Allí, fue donde empezó todo.

Recuerdo que ese día, mis padres tenían que trabajar los dos por la tarde, y como no podían cuidarme, me llevaron dos horas antes a la ludoteca donde iba a ser el cumpleaños.

Me aburría mucho. La verdad es que era un sitio algo triste, con una televisión pequeña y un cuarto para pintar.

También había unas cuantas estructuras para trepar que a mi siempre me han encantado y una pequeña piscina de bolas.

Y entonces, por fin vi a una niña que estaba sola.

Era algo más alta que yo, pero bueno, eso no era ninguna novedad, hoy en día, es difícil encontrar a alguien más bajo que yo.

Llevaba puesto un uniforme gris y granate y recuerdo vagamente que tenía su pelo rubio oscuro recogido en los coletas.

El corazón me latía con fuerza y las manos me sudaban. Siempre me pasaba lo mismo, me ponía muy nerviosa al pedir a alguien que jugase conmigo, pero sabía que siempre me decían que si.

Subí a la plataforma que estaba encima de ella, y practiqué mentalmente la frase

"¿Quieres jugar conmigo?"

La formulé varias veces en silencio y, cuando pensé que ya estaba lista, bajé y me encaminé a pedírselo.

Me temblaba todo el cuerpo menos la voz y la sonrisa.

Y... mi rostro se petrificó al oír un rotundo "No"

Nunca me habían dicho que no a eso. Y mi reacción, como sería la de ahora, fue ponerme nerviosa, sonreirle, y decirle que si necesitaba algo, estaría por ahí arriba.

Volví a trepar a la plataforma de arriba y empecé a saltar y bailar yo sola, sin música ni nada. Riéndome de mi misma.

Cuando llegaron mis compañeros, obviamente, empecé a jugar con ellos, y la cumpleañera me dijo que había una niña sola y que podíamos invitarla a jugar con nosotros.

Yo, muy confiada por el rechazo anterior, me ofrecí a ir yo a pedirselo, y ellas me llevaron hasta la misma chica de antes, que seguía sola, sin hacer nada.

Cogí aire y se lo volví a preguntar, con la misma verdadera sonrisa, y, otra vez, me rechazó.

Una hora más tarde, llegó la prima de la cumpleañera, que venía vestida con un uniforme azul y gris, y estuvimos jugando un buen rato.

Entonces, ella tuvo que ir al baño, y al volver, vino de la mano con la chica que me había rechazado.

En cuanto me vio, dijo que ella sólo jugaba si yo no estaba, porque le daba vergüenza que la viesen con una niña pobre.

Supongo que pensó que era pobre mi ropa. Obviamente, a las ludotecas iba con la ropa vieja porque siempre acababa llena de manchas de pintura y como tampoco nos sobraba el dinero, era mejor no estropear ropa nueva.

Todas las niñas estaban dispuestas a excluirme del juego, supongo que porque el llevar uniforme les parecía algo maduro e importante.

Así que me encaminé a las plataformas a esperar que mis padres vinieran a buscarme.

Pero entonces, dos chicos se marcharon conmigo. Eran Diego y Héctor, mis mejores amigos de aquellos años, y recuerdo que mientras todos estaban sentados en círculo hablando sobre lo que fuese, nosotros estábamos bailando y saltando de plataforma en plataforma para acabar en la piscina de bolas.

Y creo que fue entonces cuando me di cuenta de que ellos dos iban vestidos como yo, con ropa vieja, y puede que por eso todos nos marginasen en nuestra infancia, recuerdo que en los recreos, siempre estaba con ellos porque a los tres nos gustaba pokemon, y los demás decían que era para niños pequeños y que teníamos que dejar de jugar a eso sí queríamos ser adultos, pero si miramos al presente...

La mayoría de ese grupo están ahora haciendo estudios de pago porque las notas no les llegan, y su grupo de amigos es bastante limitado.

Pero nosotros...

Diego tiene un grupo de rock bastante bueno y va a hacer medicina

Héctor saca bastante dinero trabajando en el bar de sus padres y va a hacer una ingeniería

Y yo... soy simplemente yo, mi estatura no será la adecuada, mis gustos serán infantiles, pero mi memoria es de primera y sigo conservando esa sonrisa, por muchos golpes que vengan, no hay nada mejor que eso.

Cuando se es un niño, hay que ser feliz y abrirse a conocer a mucha gente diferente, porque cuando seas mayor, lo agradecerás.

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